jueves, 20 de diciembre de 2012


¿CUÁNDO UNA HEMBRA ES BUENA?

            Lo primero que debe procurar cualquier criador es tener buenas hembras reproductoras. Pero, ¿cuándo una hembra es buena? Una buena hembra debe poseer las siguientes características:
-       Construye bien el nido.
-       Pone muchos huevos y todos fecundados.
-       Incuba bien.
-       Cría su nidada con esmero y buenos resultados.
Para obtener buenos resultados conviene saber cuales son los procesos que tienen lugar durante este periodo de tiempo. Numerosos son los zoólogos que han estudiado el comportamiento animal durante la reproducción. La hembra del canario es, entre las especies domésticas, una de las que se ha escogido para este estudio. Entre los elementos encontrados se han observado múltiples relaciones. Por ejemplo, se ha constatado que el ambiente condiciona enormemente la puesta a punto del organismo para la reproducción, o dicho de otra manera, que el ambiente acelera o retrasa el comienzo de la reproducción.
Una buena nidada no es más que una sucesión de factores externos que desarrollan otros en el organismo de la hembra. Las hormonas son unas sustancias segregadas por las glándulas que, transportadas por la sangre, influyen en todos los procesos fisiológicos de lo que está vivo. Todo el funcionamiento del aparato reproductor depende de las hormonas.
Durante esta fase, entra en acción la hipófisis, que segrega una sustancia que desencadena la actividad de los ovarios gracias a la acción de unas hormonas llamadas estrógenos. La endocrinología humana ha demostrado que los sentimientos están muy influenciados por las hormonas.
Los estrógenos son los responsables de los cambios de actitud de la hembra: nerviosismo, mariposeo con las alas, transporte de materiales al nido,  tomar la posición de copulación,...
El canto del macho, en este momento, contribuye a acelerar la producción de estrógenos en la hembra, que llama al macho con una piada característica: cui, cui, señal de que desea formar una pareja.
En este momento, para la hembra, comienza el verdadero proceso de la reproducción con la construcción del nido que empieza con los materiales más gruesos. Los criadores no ponen siempre atención, pero es en esta fase en la que las hembras se arrancan las plumas del vientre para poner al descubierto una pequeña superficie llamada placa incubadora, y es gracias a la transmisión de su calor como se asegura la incubación de los huevos.
Esta placa incubadora favorece el contacto y la percepción de otras cosas además de los huevos. Concretamente los materiales del nido, de hecho el frotamiento y contacto con los materiales de construcción más finos da la señal de que el nido está terminado y se provoca la modificación de su producción homonal que la hace detener la construcción del nido.
El contacto con los huevos estimula una nueva producción hormonal que tiene por efecto impulsar a la hembra a incubar.
Este flujo disminuirá a medida que se aproxima la eclosión, momento en que la hembra sufrirá otra estimulación.
La agitación de los jóvenes y los picos constantemente abiertos son los factores que empujan a la hembra a alimentarlos sin abandonar el nido, y así los jóvenes permanecen calientes y se les favorece la digestión.
El flujo hormonal disminuye y permite a la hembra ausentarse del nido por periodos cada vez más largos hasta el abandono definitivo.
Todo este proceso hormonal se detiene aproximadamente al cabo de tres semanas, para volver a empezar de nuevo y construir un nuevo nido. ¿Pero cual puede ser el papel del criador en este mundo maravilloso?
La experiencia aconseja, al menos a los criadores noveles, que dejen desarrollar naturalmente todo este proceso evitando acelerar el ritmo natural.
Todos los estudios sobre la materia han demostrado que la familiarización con el ambiente y la confianza con el criador son los principios para conseguir buenos resultados en la época de cría.
Es indispensable observar el periodo de reposo, sin iluminación ni calefacción artificial, proporcionando una alimentación adaptada a este periodo.
Preparar bien a una hembra significa esperar a que los días sean bastante largos (marzo – abril) y sólo en caso de mal tiempo, ayudar con iluminación o calefacción artificial.
A veces, puede ocurrir que una hembra esté muy debilitada y no sea capaz de alimentar bien a sus polluelos y entonces, los jóvenes muy débiles, ya no la estimulan abriendo el pico lo que provoca la ruptura de la cadena que se ha descrito antes.
La separación de los machos y las hembras no sólo es útil sino que se convierte en indispensable cuando el macho es agresivo con la hembra y los jóvenes, pero es necesario que la hembra pueda seguir viendo o escuchando el canto del macho.
Como se dijo anteriormente, la construcción del nido provoca las estimulaciones hormonales que favorecen el proceso de la incubación. De ahí que el criador debe de proporcionar los materiales para hacer el nido: material grueso y después de fino. Esto debe hacer que la hembra escoja los materiales mejores y más adaptados tal como la naturaleza le ha enseñado. Un hembra puede construir el nido en menos de un día.
Una recomendación para aquellos que crían en el exterior  o en un lugar sin calefacción: desconfiar de las primaveras muy frías, las hembras abandonarán el nido al décimo día de haber nacido los pollos durante periodos de tiempo demasiado largos, dejando a los jóvenes sin estar completamente emplumados con el riesgo de morir de frío si la temperatura es inferior a 10º.  Si esto ocurre no hay que culpar a la hembra de negligente, ella no reacciona a las variaciones de la temperatura exterior sino sólo a sus estímulos hormonales que le dicen que a los 10 días de haber nacido los pollos su ausencia del nido se puede prolongar un cierto tiempo. El criador que conozca esto, debe esperar el mejor momento para comenzar la cría o prever un cierto calentamiento del local que pueda prevenir este inconveniente.
 La selección de un plantel en el que se ha considerado tener buenas reproductoras  ofrece una cierta garantía. Pero atención, la consanguinidad pude llevar a una degeneración del embrión. La hembra puede entonces dudar en alimentar  a los “malos” jóvenes en los primeros días comprometiendo así el resultado de la cría.
Una indicación que podría ser dada para terminar, es alimentar a los pájaros con el sistema más simple y tradicional posible. Las buenas indicaciones pueden ser tomadas observando a los pájaros en libertad.
Las reglas de la naturaleza pueden presentar excepciones, pero atención, una excepción no puede transformarse en regla. Una hembra en malas manos no dará buenos resultados y se correrá el riesgo de perder sus capacidades reproductoras.
¡No hay milagros!
 
Ucceli.
Sacado de la revista “Le bossu Belga” de mayo del 2001.
Traducido por Ángel Rodríguez Cardeña.

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