¿CUÁNDO
UNA HEMBRA ES BUENA?
Lo primero que debe procurar cualquier criador es tener
buenas hembras reproductoras. Pero, ¿cuándo una hembra es buena? Una buena
hembra debe poseer las siguientes características:
- Construye
bien el nido.
- Pone
muchos huevos y todos fecundados.
- Incuba
bien.
- Cría
su nidada con esmero y buenos resultados.
Para
obtener buenos resultados conviene saber cuales son los procesos que tienen
lugar durante este periodo de tiempo. Numerosos son los zoólogos que han
estudiado el comportamiento animal durante la reproducción. La hembra del
canario es, entre las especies domésticas, una de las que se ha escogido para
este estudio. Entre los elementos encontrados se han observado múltiples
relaciones. Por ejemplo, se ha constatado que el ambiente condiciona
enormemente la puesta a punto del organismo para la reproducción, o dicho de
otra manera, que el ambiente acelera o retrasa el comienzo de la reproducción.
Una
buena nidada no es más que una sucesión de factores externos que desarrollan
otros en el organismo de la hembra. Las hormonas son unas sustancias segregadas
por las glándulas que, transportadas por la sangre, influyen en todos los
procesos fisiológicos de lo que está vivo. Todo el funcionamiento del aparato
reproductor depende de las hormonas.
Durante
esta fase, entra en acción la hipófisis, que segrega una sustancia que
desencadena la actividad de los ovarios gracias a la acción de unas hormonas
llamadas estrógenos. La endocrinología humana ha demostrado que los
sentimientos están muy influenciados por las hormonas.
Los
estrógenos son los responsables de los cambios de actitud de la hembra:
nerviosismo, mariposeo con las alas, transporte de materiales al nido, tomar la posición de copulación,...
El
canto del macho, en este momento, contribuye a acelerar la producción de
estrógenos en la hembra, que llama al macho con una piada característica: cui,
cui, señal de que desea formar una pareja.
En
este momento, para la hembra, comienza el verdadero proceso de la reproducción
con la construcción del nido que empieza con los materiales más gruesos. Los
criadores no ponen siempre atención, pero es en esta fase en la que las hembras
se arrancan las plumas del vientre para poner al descubierto una pequeña
superficie llamada placa incubadora, y es gracias a la transmisión de su calor
como se asegura la incubación de los huevos.
Esta
placa incubadora favorece el contacto y la percepción de otras cosas además de
los huevos. Concretamente los materiales del nido, de hecho el frotamiento y
contacto con los materiales de construcción más finos da la señal de que el
nido está terminado y se provoca la modificación de su producción homonal que
la hace detener la construcción del nido.
El
contacto con los huevos estimula una nueva producción hormonal que tiene por
efecto impulsar a la hembra a incubar.
Este
flujo disminuirá a medida que se aproxima la eclosión, momento en que la hembra
sufrirá otra estimulación.
La
agitación de los jóvenes y los picos constantemente abiertos son los factores
que empujan a la hembra a alimentarlos sin abandonar el nido, y así los jóvenes
permanecen calientes y se les favorece la digestión.
El
flujo hormonal disminuye y permite a la hembra ausentarse del nido por periodos
cada vez más largos hasta el abandono definitivo.
Todo
este proceso hormonal se detiene aproximadamente al cabo de tres semanas, para
volver a empezar de nuevo y construir un nuevo nido. ¿Pero cual puede ser el
papel del criador en este mundo maravilloso?
La
experiencia aconseja, al menos a los criadores noveles, que dejen desarrollar
naturalmente todo este proceso evitando acelerar el ritmo natural.
Todos
los estudios sobre la materia han demostrado que la familiarización con el
ambiente y la confianza con el criador son los principios para conseguir buenos
resultados en la época de cría.
Es
indispensable observar el periodo de reposo, sin iluminación ni calefacción
artificial, proporcionando una alimentación adaptada a este periodo.
Preparar
bien a una hembra significa esperar a que los días sean bastante largos (marzo
– abril) y sólo en caso de mal tiempo, ayudar con iluminación o calefacción
artificial.
A
veces, puede ocurrir que una hembra esté muy debilitada y no sea capaz de
alimentar bien a sus polluelos y entonces, los jóvenes muy débiles, ya no la
estimulan abriendo el pico lo que provoca la ruptura de la cadena que se ha
descrito antes.
La
separación de los machos y las hembras no sólo es útil sino que se convierte en
indispensable cuando el macho es agresivo con la hembra y los jóvenes, pero es
necesario que la hembra pueda seguir viendo o escuchando el canto del macho.
Como
se dijo anteriormente, la construcción del nido provoca las estimulaciones
hormonales que favorecen el proceso de la incubación. De ahí que el criador
debe de proporcionar los materiales para hacer el nido: material grueso y
después de fino. Esto debe hacer que la hembra escoja los materiales mejores y
más adaptados tal como la naturaleza le ha enseñado. Un hembra puede construir
el nido en menos de un día.
Una
recomendación para aquellos que crían en el exterior o en un lugar sin calefacción: desconfiar de
las primaveras muy frías, las hembras abandonarán el nido al décimo día de
haber nacido los pollos durante periodos de tiempo demasiado largos, dejando a
los jóvenes sin estar completamente emplumados con el riesgo de morir de frío
si la temperatura es inferior a 10º. Si
esto ocurre no hay que culpar a la hembra de negligente, ella no reacciona a
las variaciones de la temperatura exterior sino sólo a sus estímulos hormonales
que le dicen que a los 10 días de haber nacido los pollos su ausencia del nido
se puede prolongar un cierto tiempo. El criador que conozca esto, debe esperar
el mejor momento para comenzar la cría o prever un cierto calentamiento del
local que pueda prevenir este inconveniente.
La selección de un plantel en el que se ha
considerado tener buenas reproductoras
ofrece una cierta garantía. Pero atención, la consanguinidad pude llevar
a una degeneración del embrión. La hembra puede entonces dudar en
alimentar a los “malos” jóvenes en los
primeros días comprometiendo así el resultado de la cría.
Una
indicación que podría ser dada para terminar, es alimentar a los pájaros con el
sistema más simple y tradicional posible. Las buenas indicaciones pueden ser
tomadas observando a los pájaros en libertad.
Las
reglas de la naturaleza pueden presentar excepciones, pero atención, una
excepción no puede transformarse en regla. Una hembra en malas manos no dará
buenos resultados y se correrá el riesgo de perder sus capacidades reproductoras.
¡No
hay milagros!
Ucceli.
Sacado de la revista “Le
bossu Belga” de mayo del 2001.
Traducido por Ángel
Rodríguez Cardeña.
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