UTILIDAD Y UTILIZACIÓN DE LA CONSANGUINIDAD EN
LA CRÍA DEL
CANARIO.
Hojeando
entre los papeles de una carpeta apareció un artículo publicado en una página de INTERNET ya
desaparecida. El artículo me parece de gran utilidad para cualquier criador de
canarios, sea de la raza que sea. Su autor es Stéphane Vansteelant. El
presente artículo es una traducción con pequeñas modificaciones del publicado por el mencionado autor.
Ángel
Rodríguez Cardeña
La consanguinidad ha sido, y es, un método muy
preconizado por ciertos criadores que consideran a este método excelente si los
ejemplares proceden de estirpes de buena calidad y es, a veces, muy criticado
por otros. Los criadores han sido durante mucho tiempo bastante hostiles a este
método, cuando no claramente opuestos al mismo, aunque ciertas razas de
animales domésticos hayan sido enteramente creadas utilizando la consanguinidad.
Algunos criadores lo han utilizado en sus planteles de canarios, tanto de canto
como de postura o de color, y son de los
que más medallas han obtenido en los campeonatos del Mundo.
La consanguinidad es un método de reproducción en
el cual se acopla a los progenitores que pertenecen a una misma familia,
emparentados por un grado de parentesco más o menos alejado. En efecto, según
un código preciso hay tanto grado de parentesco como de generaciones en línea
directa remontándose al ancestro. Así entre un padre y su hija hay un grado de
parentesco de 1er grado. El grado es 2 entre un abuelo y su nieta o entre un
hermano y su hermana. Es de 4 entre primos hermanos. La consanguinidad es
decreciente en el orden siguiente: hermano x hermana, medio hermano x hermana,
sobrino x tía.
La consanguinidad se utiliza frecuentemente con muy
buenos resultados a condición que los sujetos utilizados sean sujetos de élite.
Se consigue un alto grado de uniformidad en el tipo y en los resultados.
Permite concentrar en los individuos los genes de un antecesor que ha sido
utilizado muchas veces como reproductor. Tiende a separar la raza en familias
distintas, cada una de ellas ligada a un antecesor de muy alta calidad del que
se han querido fijar sus excepcionales características. Entre estas familias es
imposible practicar una selección familiar. La consanguinidad lineal aumenta
notablemente la homocigosis y el poder de los individuos de transmitir los
caracteres raciales.
Es interesante considerar las aplicaciones
prácticas de la consanguinidad lineal. Es evidente que si un macho produce con
diferentes hembras descendientes de calidad superior a la de sus madres se debe
utilizar el gran potencial genético dominante de este animal e intentar fijar
sus características. Se aumentará la relación de parentesco entre sus
descendientes y él por una consanguinidad en línea directa. Si el macho muere,
se deberán fijar sus características indirectamente a través de sus
descendientes: en este caso es siempre importante aplicar rápidamente el
sistema de consanguinidad lineal antes de que la relación de parentesco entre
los descendientes sea demasiado baja. También será bueno recurrir a la
consanguinidad colateral entre primos hermanos.
Otra aplicación de la consanguinidad lineal es el
establecimiento de una línea. Para establecer una línea es necesario, en primer
lugar, adquirir sujetos de excelente calidad, en perfectas condiciones de salud
y que respondan perfectamente al estándar de la raza. Las hembras serán
acopladas a un macho "cabeza de línea" y que proceda del mismo tronco
que las hembras, tronco del antecesor macho de estas hembras. Esta unión nos
debe permitir la obtención de sujetos de valor entre los que se podrá
seleccionar a los mejores. En caso de que esta unión no sea posible, se puede
utilizar una hembra como base en el acoplamiento, echándola con un macho de
sangre diferente una vez y otra con otro macho de excelente valor y que esté
emparentado con el primero. Se seleccionará a los mejores ejemplares obtenidos
y se les cruzará entre ellos y posiblemente darán unos sujetos homogéneos de
excelente calidad.
Cuando después de un cierto tiempo de
consanguinidad lineal se advierte que esta consanguinidad ya es muy estrecha
(la señal de alarma es la aparición de sujetos inestables, defectuosos y
también la lentitud en la velocidad de crecimiento de los jóvenes), es
necesario entonces introducir sangre nueva. La mejor forma de hacerlo sin
estropear demasiado el trabajo realizado es buscar un macho que tenga el 50% de
sangre nueva. En la práctica conviene utilizar el hijo de un macho muy bueno de
nuestra línea y de una hembra de una línea totalmente diferente.
La consanguinidad tiende a acrecentar el número de
homocigotos y hace aparecer también todas las taras defectuosas que podían
existir en ese plantel en estado recesivo. Por eso cuando se trabaja de esta
forma hay que realizar una selección rigurosa y sólo conservar para la
reproducción a los individuos que producen los pájaros más sanos, los más
vigorosos, los más próximos al estándar. Las posibilidades de realizar las
mejoras previstas son superiores si se utiliza para la reproducción
consanguínea sujetos que hayan sufrido la selección genotípica sobre la
descendencia porque es seguro que ellos poseen los genes deseados. El
porcentaje de sujetos homocigóticos aumenta en una población con las uniones
consanguíneas (ley de Hardy) de forma que aumenta la probabilidad de heredar
los caracteres iniciales de los progenitores, macho o hembra. Con una
consanguinidad estrecha las posibilidades de sacar sujetos heterocigóticos
disminuye a la mitad: los heterocigóticos desaparecen a medida que aumentan los
cruces consanguíneos ya que los únicos que subsisten son los homocigóticos y se
acrecienta la homogeneidad de la población. Es evidente que la consanguinidad
estrecha más o menos incestuosa como la indicada anteriormente, es la llamada "dentro y dentro" de los
anglosajones, formada por cruces padre con hija, hija con madre, hermano con
hermana. La menor tara recesiva puede aparecer con estos cruzamientos de la
misma manera que puede aflorar un carácter recesivo beneficioso, lo que
justifica el aforismo de Lush "La consanguinidad no es el crimen, pero
descubre el crimen". Las taras, defectos o cualidades son condicionados
por genes que, si son recesivos, aparecen gracias a la homocigosis y estaban
enmascarados anteriormente por la heterocigosis de los progenitores iniciales.
Una consanguinidad larga consiste en criar con
individuos poco emparentados, el "in breeding" o "close
breeding" es el cruce de dos individuos que están separados tres o cuatro
grados de parentesco. El "Iine breeding" es el de individuos
separados por cuatro o cinco grados de parentesco. Se habla de "Iargge
breeding" cuando hay más de cinco grados de parentesco de separación entre
los reproductores.
La utilización de la consanguinidad ha sido durante
mucho tiempo tema de controversia y el problema ha estado oscurecido por la
parcialidad de los criadores así como por la inexactitud de las conclusiones
extraídas de los experimentos y ensayos practicados. La puesta en practica de
la consanguinidad supone ciertas precauciones, resultado de la estricta
observación de reglas inquebrantables, bien codificadas por el Doctor Roplet.
Regla
1: La consanguinidad tiende a la homocigosis produciendo la pureza pero solamente
para la cualidad considerada por el criador. Es decir, que los
caracteres que el criador busca se benefician mucho con este método, pero los
caracteres débilmente buscados van degenerando. Ellos degeneran porque no se
les tiene en cuenta, bien por actitud del criador o por imposibilidad material
(número de parejas) de eliminar los recesivos para estos caracteres
secundarios. Es pues necesario evitar abandonar provisionalmente la mejora de
ciertos caracteres considerados como secundarios y evitar concentrar únicamente el trabajo en las
cualidades que parecen primordiales, contando con volver posteriormente a
mejorar estas cualidades intentando revalorizar lo que anteriormente se había
menospreciado. En efecto, si se olvida una cualidad, su defecto o su falta se
convierte en homocigótica (ley de Hardy) y ya no es posible reintroducir esa
característica sino es por "introducción de sangre nueva" lo que va a
destruir todo el trabajo realizado anteriormente. Evidentemente hay necesidad
de considerar numerosos características porque si el criador se ocupa
únicamente de mejorar cualidades muy específicas (cierta línea de canto o
melaninas) irá hacia atrás en otras (morfología, posición, fecundidad,
resistencia a enfermedades, cualidades reproductoras,...)
Regla 2: Los malos efectos de la consanguinidad son imputables a la
heterocigosis, siempre debida a un "out breeding" en las generaciones
anteriores.
Paradójicamente la consanguinidad aumente en este caso la variabilidad y
la frecuencia de aparición de indeseables, pero el gran error sería volver a la
unión con otra hembra de fuera del criadero, que aportaría aún una mayor
variabilidad. El, único remedio consiste en la prolongación de una
consanguinidad estrecha con selección rigurosa de los recesivos y su eliminación
de la reproducción. Prácticamente, la aplicación de la consanguinidad con
alianzas exteriores (out breeding) produce resultados indeseables. Pero el
único remedio es continuar la consanguinidad. Resulta de esto que la
consanguinidad es mucho más ventajosa y benéfica en un breve espacio de tiempo
en una población ya relativamente consanguínea que en una población
heteróclita. El criador tendrá el más grande interés en testar la descendencia
para reducir la heterocigosis. Llegará a producir una descendencia homogénea y
a aumentar considerablemente el porcentaje de pájaros de buen nivel.
Estos pájaros serán casi idénticos y constituirán un stam de muy alta
homogeneidad.
Regla 3: Es necesario no utilizar reproductores inferiores al ideal que
el criador se propone alcanzar. La consanguinidad
solamente da buenos resultados siempre que la frecuencia genética del carácter
favorable buscado sea elevada. El criador busca fijar este carácter favorable.
Es pues preciso hacer cruces entre familias alejadas hasta que se haya
producido un número suficiente de excelentes individuos para comenzar entonces
con la consanguinidad. El número de individuos excelentes debe ser muy grande
porque siempre hay numerosos sujetos portadores de un fenotipo erróneo que hay
que eliminar. Durante las cuatro o cinco primeras generaciones, es preciso
vigilar no sólo la mayor calidad de un conjunto sino también la calidad de los
mejores sujetos que serán los únicos utilizables como reproductores.
Regla 4: No hay que utilizar nunca
animales defectuosos (homocigotos recesivos para un determinado carácter). El
acoplamiento de dos animales defectuosos sólo producirá pájaros defectuosos y
no se podrá avanzar en las cualidades buscadas.
Regla 5: Sería bueno que varios criadores trabajasen en estrecha
colaboración, seleccionando cada uno líneas diferentes pero con los mismos
objetivos selectivos. El desarrollo simultáneo de varias líneas es una
garantía contra la involuntaria pero inevitable pérdida de genes resultante de
la consanguinidad. Poder sacar o tomar machos o hembras de estas diferentes
líneas puede permitir volver a recuperar eventuales carencias y no acabar en un
callejón sin salida definitivo. Además, como esto pasa muy a menudo en la cría,
la fecha de separación de las diversas líneas no es muy antigua y se aprende
deprisa por charlas que muchos pájaros de nuestros criaderos tienen ancestros
comunes provenientes de un criador líder en el momento de la compra de los
canarios. Así, si el criador no ha practicado mucho el "out breeding",
la impureza resultante de acoplamientos de animales de líneas diferentes no es
nunca ni muy grave ni muy grande y los cruces con animales del exterior no
producen perturbaciones demasiado importantes.
Se debe practicar la consanguinidad cuando se quieren
producir sujetos muy parecidos a los que se admira o se desea. La
consanguinidad tiene otra enorme ventaja que ha sido considerada desde hace
mucho tiempo por los criadores: ayuda a la selección de genes desfavorables
haciéndolos aparecer en determinados individuos. Esta concentración en
determinados individuos permite su E1liminación: es suficiente eliminar de la
reproducción los sujetos con taras. Lo ideal sería que un único pájaro de una
nidada acumulara todas las taras.
La consanguinidad
también permite formar familiar distintas, ofreciendo la posibilidad de una
selección más rigurosa que entre individuos. Sobre todo en lo que concierne a
los caracteres débilmente hereditarios. También permite comprobar el valor
hereditario de un macho semental. El test de la consanguinidad incestuosa sirve
de prueba y constituye el teste más riguroso del valor hereditario de un macho.
Pero el menor de los méritos de este método de reproducción no es el permitir
la creación de individuos fuertemente homocigóticos calificados de "RAZADORES"
(en castellano los llamaríamos de pura sangre). El poder RAZADOR de un
reproductor es la capacidad de transmitir a sus descendientes unas
características tales que ellos se parecen entre sí y a sus padres más de lo
que es corriente.
En zootecnia es habitual denominar bajo el término herencia
unilateral el hecho por el que un hijo se parece únicamente a uno de sus
progenitores. Uno solo de los dos ascendientes ha transmitido sus caracteres
con la exclusión del otro progenitor. Todo ocurre como si el producto fuese el
fruto de únicamente sus genes. Un progenitor que tenga estas cualidades es
evidentemente un RAZADOR y posee la cualidad de marcar su impronta y sus
características a toda su descendencia, es lo que se llama un marcador de línea
o iniciador de una línea. Algunos canarios brillan en los concursos por sus
cualidades visibles pero se manifiestan como mediocres reproductores. La
facultad de RAZAR (marcar su impronta y sus características) como muy bien la
define el profesor Jean Blain no es otra cosa que la posesión por un
reproductor, de caracteres dominantes que se mantienen y manifiestan en la
primera generación. Esta es una cualidad a la que hay que saber atribuir unos
límites y que la selección sola no llega a mantener. Si no se utiliza la
consanguinidad, no hay ninguna razón para que los caracteres dominantes
continúen apareciendo en la totalidad de los sujetos durante la segunda
generación. Si las buenas cualidades de los RAZADORES han persistido durante
numerosas generaciones es que, por una parte, los sujetos portadores de caracteres
recesivos no buscados han sido cuidadosamente eliminados. Se ha dicho que es
mejor practicar una consanguinidad estrecha con un buen reproductor que una
consanguinidad larga con un reproductor mediano. En el terreno práctico no hay
ningún progenitor que RACE (de RAZAR) realmente, pero hay progenitores que
poseen unos caracteres que se imponen. Teniendo en cuenta las leyes de Mendel,
el abecedario de la cría, es fácil constatar que un progenitor que posea unos
caracteres dominantes en dosis doble (homocigótico) los transmitirá
obligatoriamente a su descendencia, mientras que uno que los posea en dosis
simple (heterocigótico) sólo los trasmitirá al 50% de sus descendientes. Si el
número de hijos es relativamente reducido, el azar puede hacer que ninguno de
sus hijos se le parezca.
Resumiendo todo lo
expuesto hasta ahora podemos decir que las diversas causas del poder como RAZADOR
de un individuo son:
1. La Homocigosis. Cuando
el animal es perfectamente homocigótico sólo tendrá los genes que nosotros
hayamos seleccionado. El poder como RAZADOR es directamente proporcional a la
cantidad de buenos genes para los cuales el pájaro es homocigoto.
2. La Dominancia. El
valor de un reproductor es máximo si todos los buenos genes son dominantes y
los tiene en estado homocigótico, ya que un descendiente que reciba un gen
dominante mostrará únicamente el efecto de ese gen.
3. La Epistasia. Fenómeno
por el cual un carácter depende de una combinación de varios genes que
individualmente tendrían un efecto nulo o negativo (defectuoso). Normalmente
esta combinación epistásica tiende a ser rota en cada generación, mientras
que la consanguinidad lineal permite aumentar su probabilidad.
El valor del poder RAZADOR de un individuo está en
función de los acoplamientos practicados. Los defectos son frecuentemente
debidos a genes recesivos y un reproductor RAZADOR puede poseerlos en estado
heterocigótico. Cuando se le acopla con un animal cualquiera, aparentemente no
defectuoso, pero igualmente heterocigótico para el defecto considerado, este
defecto podrá manifestarse como en cualquier otro acoplamiento entre
heterocigóticos. En definitiva, el poder como RAZADOR no es transmisible salvo
en lo que concierne a la dominancia. La homocigosis de un macho semental sólo
se encuentra en sus descendientes si las hembras que se le ofrecen son
igualmente homocigóticas para los caracteres buscados. Ahora bien, un alto
grado de homocigosis sólo puede ser alcanzado a través de numerosas generaciones
sucesivas de cruces y desgraciadamente puede ser destruido por un único
acoplamiento en outbreding.
En la cría es pues necesario buscar y conseguir un equilibrio entre los
caracteres buscados y los caracteres indeseables. Este equilibrio depende de la
habilidad del criador y de sus conocimientos pero también depende de sus
animales de partida y en particular de la abundancia de genes indeseables.
El criador debe
preservar este equilibrio teniendo la posibilidad de tomar ejemplares de otras
líneas consanguíneas para corregir eventuales faltas o reatrapar los genes
favorables perdidos en su propia línea como consecuencia de errores o de
situaciones fortuitas. Es conveniente recordar que fundar una línea es
practicar el "in and in" (adentro y adentro), ya que perpetuar una
línea, fijar un carácter nuevo, mejorar una raza es practicar una
consanguinidad más o menos larga y que no es necesario dudar en la práctica. El
coeficiente de consanguinidad a partir del cual comienza el peligro está en
función de la claridad del objetivo, de la exactitud de los test, de la
abundancia de genes indeseables, del porcentaje de eliminación posible además
de la vivacidad de la reproducción y de la habilidad del criador. La
consanguinidad ayuda a la selección contra los genes desfavorables, haciéndolos
aparecer y posibilitando su eliminación. Si el número de genes recesivos es muy
grande, la consanguinidad se convierte en imposible y la selección no puede ser
llevada a su término cuando no se alcanza el objetivo buscado. El criador de
animales, cualquiera que sea su raza, debe convencerse de que no hay selección
posible y válida si no hay cría consanguínea, e igualmente que no hay
consanguinidad beneficiosa sin selección. La cría de animales es un arte sutil
que requiere competencia y habilidad, paciencia y dinamismo, que exige un
constante cuestionamiento de los resultados y de los procedimientos, así como
un buen conocimiento de cuestiones científicas relativas a la reproducción y al
funcionamiento del organismo de los animales.
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