EL FACTOR
INTENSO EN EL PLUMAJE DE LOS CANARIOS
Umberto Zingoni.
Este artículo es un fragmento de otro más
amplio escrito por Umberto Zingoni titulado Sui fattori dominante del canarino,
aparecido en la página WEB de la Associazione Fiorentina Ornitologica.
En el
momento actual los factores genéticos letales que conocemos en los canarios son
los siguientes: De los tres factores
genéticos dominantes de los actuales canarios domésticos: intensidad del plumaje, moña
y blanco dominante, el doble factor
es letal solamente para el blanco dominante, en el sentido de impedir la
supervivencia.
El
carácter de plumaje intenso es un
carácter con herencia intermedia en el que la mayoría de los alelos actúa con
dominancia. Solamente cuando se sigue durante varias generaciones sucesivas
cruzando intenso con intenso y se heredan todos o casi todos los alelos dominantes involucrados
en la manifestación de este carácter, se tendrá una altísima carga de
intensidad que puede resultar letal.
No está
fuera de lugar añadir que, como promedio, en igualdad de las demás condiciones,
las hembras son menos intensas (más nevadas) que los machos. Una hembra de gran
intensidad, como la de los machos, es normalmente menos sana y vigorosa que su
compañero.
El factor
intenso no afecta solamente al plumaje, sino a toda la piel con sus variados
componentes y a sus diversas funciones.
La ranfoteca, es decir la cubierta córnea
del pico, que en los sujetos constitucionalmente débiles (muy intensos, muy
consanguíneos…) se alarga en la parte superior y se ensancha en la base de los
márgenes.
Las escamas de los tarsos que en los
ejemplares muy intensos son más “secas”
y hacen que los tarsos parezcan más delgados, aunque el diámetro del hueso sea
normal.
Las uñas, que en los ejemplares
constitucionalmente débiles son más delgadas, más largas y a menudo plegadas
lateralmente.
La glándula sebácea – En los
canarios constitucionalmente débiles, las plumas presentan varias alteraciones
en su desarrollo. Las más evidentes son: la dificultad de liberarse de la
cápsula córnea, la extrema pobreza de queratinización del vexilo o parte
central de la pluma, el insuficiente desarrollo de los ganchos que impide la
adecuada soldadura o unión entre las bárbulas.
También
tenemos que recordar que la piel es un órgano y como tal cumple una serie de
funciones, y la más aparente es el recubrimiento y modelación de la estructura
interna. Muchas de las enfermedades de la piel son de origen metabólico
desconocido, de larga y difícil curación y otras de incierta curación (acné,
lupus, psoriasis, etc.).
Si la
piel de hombre es susceptible de presentar tantas afecciones, debido
fundamentalmente a disfunciones constitucionales es de suponer que algo
parecido sucede también en las aves y en especial en las razas domésticas que
están más alejados de las especies silvestres.
Entre las
funciones de la piel recordamos:
La función excretora de numerosas sustancias
de origen metabólico o de materias tóxicas tomadas desde el exterior, todo ello
en relación con las enfermedades mencionadas anteriormente.
La función de protección. El estrato
córneo de la piel normal es una barrera impenetrable para las bacterias y los
virus, combatir el virus de la existente, sobre todo porque las capas
superficiales que se descaman, como la caspa se llevan los materiales y
residuos contaminantes.
La función sensorial debida a la presencia
de receptores nerviosos (térmicos, dolorosos, táctiles, etc.)
La función termorreguladora que con los
mecanismos de la vasodilatación y vasoconstricción permite a las aves y a los
mamíferos mantener constante la temperatura corporal.
La función de depósito energético, debido
a la grasa de toda la piel y los depósitos en determinados lugares (yugulares, caderas, abdomen, etc.)
La
cantidad de grasa que se acumula en estas regiones y especialmente en el
abdomen depende de la tendencia a la adiposidad del individuo y de cada raza,
el sexo del individuo, en el sentido de que las hembras tienen más tendencia de
los machos a "llenarse" de grasa, la temperatura exterior, de la alimentación,
la actividad motora, del espacio para moverse, etc.
Algunas
razas inglesas tienen la máxima tendencia a acumular grasa (también los
machos).
En el
Parisino esta tendencia a acumular grasa es pobre, hasta el punto de que alguna de las hembras,
incluso en plena invierno, el abdomen sólo tiene una pequeña cantidad de grasa
que hace que lo hace aparecer claro y
regordete, una garantía de "buena forma" para la futura época de cría.
En otras
razas rizadas de abundante plumaje
existe una amplia variabilidad individual de acumulación de grasa que oscila dentro
de una amplia gama que va de un máximo a un mínimo. La tendencia a la
acumulación, sin embargo, es claramente mayor en las hembras.
En el Gibber
las cosas son muy diferentes. Sus criadores sin duda han notado como una de las
características raciales de este canario, es que tiene una reserva mínima de
grasa abdominal en cualquier época del año, y menos aún en otras zonas de su cuerpo..
Incluso
en invierno la "panza" del Gibber es de color rojizo debido a la
delgadez de la piel que permite la transparencia de la sangre, y también la
visión de los bucles intestinales. Sólo en raras ocasiones una capa moderada de
grasa, evitando esta transparencia, hace que el abdomen sea claro y grasiento.
En muchas
razas, cuando es difícil saber cual es el sexo de un ejemplar, nos fijamos en
el abdomen, si es fino es probable que sea un macho, si es graso es una hembra.
Pues bien, en el Gibber, la ausencia casi total de grasa, también pueden ser de ayuda, pero a
veces hay que esperar al periodo de cría para identificar el sexo.
Todo lo
que nos recordaba a poner en evidencia que la piel del Gibber tiene características que no pueden depender de otra cosa que de la
extrema intensidad de su plumaje; pero, después de lo que hemos dicho en sobre
las numerosas propiedades de la piel, pensamos que sería más correcto decir que
dependen de las características genéticas de la extrema intensidad de su piel.
Una
función fundamental de la grasa de la piel es transformar una cantidad
sustancial de protovitamina que en la naturaleza, en presencia de los rayos
ultravioleta de la luz solar, se convierte en la vitamina antirraquítica (vitamina D) cuya importancia es mayor cuanto
menor es su contenido en la dieta alimenticia.